Sábado 30 de enero del 2010

A pesar de que ayer haya sido un día muuuuuuy corto, fue demasiado intenso para mí. Desde que llegué a mi casa a las 10.00 am, hasta que salí de Korova. Pasaron muchas cosas, buenas, y malas.

Me desperté a las 18.00, y mi mamá estaba desesperada, preocupada. Ella cree que puedo llegar a tener diabetes, al igual que mi hermana, hipótesis que yo descarto; también cree que estoy en las drogas, cosa muy alejada. Pero fue buena la discusión, ya estaba cansado que me eche en cara que no hago nada, si estoy en vacaciones, y cuando vuelva de Ostende sabe que voy a buscar trabajo. Bueno, todas esas quejas terminaron un día antes que me vaya.
Pero a la noche, en ese programa inservible que se llama Messenger, me habla Sofía. De buena forma le cuento que voy a ir a Korova, con los chicos (Hali, Meri, Lu, Ari y Fede), y ella responde que quizás haría lo mismo. Yo rogué para que no lo haga, no quiero problemas, pero los encontré: ella estaba ahí. Y yo no me puedo hacer el desentendido o el pelotudo en frente de ella. Y ayer, que lloré por extrañar a Joaquín, terminé con Sofía. Me siento un idiota y bastante forro. Es obvio que yo actualmente me desvivo por él, pero siempre la embarro con alguno de mis severos conflictos de identidad, que me hacen vivir una inútil doble vida, hasta con personas muy cercanas, como Maru y Aymi, que quiero tanto, pero que cada día que pasa siento que soy más culpable de no hablarles...